Aquí traigo la entrega de la semana, espero lo disfruten y como ya otras veces he comentado, todos los capítulos y entregas del relato "Desde la barrera" está protegido por derechos de autor.
Gracias por visitar este blog.
Les envío un enorme abrazo.
VII
Entre corridas toreadas junto al Gitano, otras, sin él como
alternante pero con el traje que el Gitano le prestaba, y otras tantas
ejerciendo como mozo de espadas y una incursión muy breve al pueblo para
probarse en la sacristía de la iglesia el traje de luces, llegó el momento de
cumplir con aquél contrato firmado en presencia de Chava.
El traje quedó primoroso, el diseño del bordado era tan exquisito
y delicado que suplantó con dignidad a los tradicionales alamares. Los
colgantes, no llegaron, por lo que Chío, encargando un poco más de hilos de oro
y plata, hizo un trabajo celestial ribeteando con ello, las hombreras de la
casaquilla con un precioso trabajo de filigrana. El traje pasaba por diseño
innovador, de esos que de vez en cuando se atreven los sastres taurinos a
proponer.
Las zapatillas fueron obra del zapatero del pueblo, quien terminó
por no cobrar nada, pues si el encargo era para alguien que había ido con el
Padre Tun, el zapatero se los hacía gratis. Fernando nunca había tratado con
personas que le acunaran con tanta protección, estaba gratamente sorprendido y
se sentía en deuda con la gente de este pueblo.
Al fin, las Fiestas en Honor al Gran Poder de Dios iban a dar
comienzo. En el pueblo, ya estaba expuesto el cartel taurino:
“Jueves: vaquillas de la ganadería de Santa
Rosa, para entretenimiento del público en general.
Viernes: 4 erales lidiados por cuatro excelentes toreros de la
Región.
Y con el permiso de Dios y si el tiempo lo permite:
Sábado y Domingo se lidiarán respectivamente, seis toros de las
prestigiosas Ganaderías <<Quiriceo>> y <<Sinkehuel>>, a
manos de los Diestros:
José Edén, triunfador de la Monumental capitalina.
Artemio Puerto, ganador de la “casaquilla plateada”, de la
reciente temporada novilleril.
Y la presentación del novillero:
“Fernando Marel”.
Los toreros de las dos fechas más importantes llegaron al pueblo
el viernes por la noche, incluyendo a Fernando quien el sábado se preparó en
conciencia en casa de los Arámburu, invitado, ¿cómo no? Por su amigo y
protector, Chava.
Desayunó muy ligero y el resto del día lo pasó tranquilo, en su
habitación. Cuando llegó la hora del ritual para enfundarse en el traje de
luces, Chava se presentó para auxiliarlo, junto con el Chel y su padre.
Mientras tanto, Doña Fátima, rogaba que el fin de semana se pasara
volando y el intruso que tenía en casa se fuera y desapareciera de sus vidas lo
antes posible.
Todo, todo el traje, a excepción del bordado del capote de Paseo
era obra de Chío, detalle que únicamente conocían Chava, Fernando, el Párroco y
la propia Chío, pues ni la religiosa conocía el contenido de los paquetes que
el cura le encargaba llevar y traer de casa de la modista, así decidió hacerlo
para no involucrar a la monja en el secreto.
Las mariposas en el estómago del joven aspirante no se aplacaban,
al contrario, cada vez revoloteaban con más fuerza. El Chel descolgó la camisa
blanca, preciosa, bien cortada, pero por los nervios, este no era el momento en
que los dos jóvenes reflexionaban acerca del arte en la aguja de Chío, la
cabeza sólo estaba puesta en el toro.
- Vaya, qué
terno más original, - comentó Don Salvador con gesto de aprobación, - ¿es
nuevo?
- Sí, señor,
- contestó Fernando quien advirtió el gesto que le hacía Chava disimuladamente
para implorarle que no desvelase el nombre del sastre, Fernando lo entendió, y
le devolvió una mirada tranquilizadora, - especialmente hecho para estrenarme
en esta plaza.
- Pues es
original y precioso, sí señor, muy bonito, te admiro el buen gusto.
- Gracias.
Cuando llegó el momento de la taleguilla, el Chel y Chava le
ayudaron como se ayuda desde siempre, suspendiéndole en vilo; después, tocó el
turno al chaleco, a la faja, a la corbata, luego, ya, la coleta y después, las
zapatillas en los pies que estaban ya forrados con las medias rosadas, que para
variar, de torero ya no le llegó el dinero para comprarlas, así, que no tuvo
más remedio que tragar y ponerse, unas de ballet, que tuvo la suerte de
encontrar, baratas y de tono idéntico a las toreras.
Las medias fueron el colofón del trabajo de Chío, pues pocos días
antes, se presentó Sor María en su casa con un paquetito que dentro, llevaba un
mensaje del Padre Tun:
“Hija, resulta que este muchacho no pudo
comprarse las medias, y ha resuelto la papeleta con estas que te enviamos para
ver si eres tan generosa de imitar con algún bordado algo que se esemeje a lo
que llevan las de los toreros. Chava dice que es seguro que tu sabes el diseño
de éste”.
Que Dios te bendiga.”
- Vaya, -
dijo Chío en la soledad, - al pobre siempre le tocó ponerse algo de balletista, ni
manera, vamos a ver qué se puede hacer.
En realidad, la suplantación del elemento taurino por el
dancístico no se notaba, el detalle que le hacía falta, lo hizo Chío muy bien,
muy finamente, aunque fue entregado a última hora, por lo que ni Fernando ni
Chava tuvieron tiempo de pensar en el trabajo tan delicado de la muchacha, ya
darían cuenta de todos estos detalles cuando hubiera pasado todo.
- Después de
estas dos tardes, si Dios quiere, me haré con unas medias auténticas.
- Ah, ya me
estaba extrañando, ya me estaba yo pensando que andaba yo muy pasado de moda en
esto del toreo, - dijo Don Salvador, refiriéndose claramente a las medias de
ballet.
- Sí, señor,
no he tenido más remedio que usar estas, había que ajustar el presupuesto.
- Comprendo,
- quiso decir además, que nadie lo notaría, pero se contuvo, porque tal vez el
comentario derivaría en uno menos agradable: sólo se percatarían de ello si
vieran que las medias acababan hasta la cintura y no un poco más arriba de la
rodilla, pero eso implicaba percance. Por consideración, desechó ese
pensamiento, y como no estaba seguro si ese detalle preocupaba o no al torero,
le dijo, - están muy bien, y todo te va a salir muy bien.
- Gracias,
señor, Chava, ¿qué tal están los dos toros?
- Los seis de
hoy, y los de mañana, preciosos.
- Yo los
estuve observando en los chiqueros, prometen, estate tranquilo, -completó la
información Don Salvador.
Una vez terminado el ritual, Fernando se reunió con los demás
toreros en la iglesia, después de encomendarse al Señor y a la Virgen,
partieron rumbo a la plaza, Chava ya no le acompañaba, le pidió al Chel que se
encargase de Fernando y le ayudara en lo que necesitara, mientras que él se fue
a ocupar su sitio con tiempo para poder esperar tranquilamente la hora del
paseíllo.
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